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La luz en el camino que se iluminó para Víctor Manuel Cedeño

Colombia está acelerando su apuesta por desarrollar energía solar y renovable y -precisamente- durante los últimos días el sector ha dado importantes pasos como la inauguración de la Granja Solar de Autogeneración en Santander de Quilichao, Cauca. Para nadie es un secreto la importancia de un mundo más sostenible y las oportunidades que allí se están dando.
 
La vida también quiso darle una oportunidad a Víctor Manuel Cedeño Rondón por medio de la energía fotovoltaica. Este venezolano llegó a Colombia en noviembre de 2017 y después de las muchas vueltas que da la vida, ha encontrado una opción para salir adelante en proyectos de este tipo. Para conocer su historia debemos remitirnos al municipio de Tucupita, Estado Delta Amacuro, el 24 de Julio de 1987, fecha en la que nació.
 
Él, es el cuarto hijo de Marisol Rondón y Jesús Manuel Cedeño Trejo. Su padre, cuenta, se desempeñó como maestro de obra y por eso le enseñó a él y a sus hermanos actividades de construcción y de electricidad, eso sí, más como un pasatiempo que como una profesión. De esa manera, también aprendió bases de electricidad en el sector industrial y residencial, por medio de cursos, pero en ese momento de su vida no era su actividad principal.
 
Tuve la oportunidad de hacer mis estudios de media en el liceo Dionisio López, hasta concluir el ciclo de bachillerato en el liceo Néstor Luis Pérez, como bachiller mercantil mención contabilidad, para pasar a mis estudios universitarios en la Universidad Nacional Experimental de la Fuerza Armada en licenciatura en economía social y me gradué en 2010, obtenido mención en la publicación del trabajo de grado. Gracias a ello, empecé a trabajar en el sector financiero por medio del Banco Bicentenario y Banco del Tesoro; ejerciendo varios cargos como cajero, tesorero y supervisor de operaciones dentro de las compañías”, revela Víctor.
 
Por un momento, parecía que el destino lo iba a tener en el mundo de las finanzas y los grandes bancos, pero como a millones de personas en el país vecino, el rumbo les dio un giro de 180 grados y no pudo continuar en su carrera. Ante la crisis que se vivía en su municipio, no encontró remedio que migrar a Colombia. Su esposa y los dos hijos que tenía hasta ese momento, emprendieron el rumbo con la incertidumbre de un futuro desconocido.
 
Al llegar a la ciudad de Bucaramanga y encontrarse indocumentados, la pareja buscó empleos de forma desesperada para alimentar a sus hijos. Después de mucho intentarlo, encontró trabajo en el sector construcción y ese pasatiempo de años atrás, le daba la oportunidad de volver a laborar. Gracias a los conocimientos que su padre le había dado pudo iniciar de nuevo y tener el sustento que su familia necesitaba.
 
Así mismo, pudo radicarse de manera legal en Colombia y al ver que se estaba teniendo un buen desempeño en las obras y destacándose por sus conocimientos eléctricos, decidió seguir aprendiendo sobre el tema y realizó cursos de mantenimiento eléctricos y de mantenimiento de sistemas fotovoltaicos.
 
“Yo empecé a notar que el tema de las energías renovables y solares son cosas demasiado innovadoras, eso es estar a la vanguardia y por eso quise prepararme en ello. Uno ve grandes países que están teniendo unos desarrollos muy fuertes y dije: hay que prepararse para ese futuro que es ahora”, recalca.   
 
Gracias a ese conocimiento que pudo añadir por medio de diferentes formaciones y en el trabajo en campo, el hombre de 33 años -en medio de plena pandemia- tuvo la idea de ofrecer un catálogo de servicios como el diseño, instalación y mantenimiento de estos sistemas, entendiendo que por medio de la tecnología podría ser emprender y triunfar ‘fuera de casa’.
 
Fue de esa manera como iniciando este año -más o menos en marzo- nace la idea de Soluciones Energéticas Fotovoltaica, una microempresa cuya primera oficina fue una habitación de su casa. Desde allí empezó a idear la forma de hacer crecer su unidad productiva, con una experiencia tan extensa que tuvo la capacidad de procesar y analizar la información, además de calcular el dimensionamiento de sus proyectos y crear su propio sistema de cálculos.
 
La necesidad de un empuje final
 
Las cosas le estaban funcionado a Víctor, pero ese espíritu de siempre ir más allá y salirse de su zona más cómoda para estar más preparado y ofrecerle lo mejor a sus clientes. Para ese momento un amigo le habló de EMPROPAZ y la oportunidad que le abrían a emprendedores y microempresarios para formarse. Sin dudarlo buscó la oportunidad y empezó a hacer parte del programa.
 
Para él el tener la alternativa de afianzar conocimientos en áreas como plan de vida, inclusión financiera, estrategia de negocios, gestión para el emprendimiento y fortalecimiento empresarial, ha sido clave para llevar el emprendimiento mucho más alto. “Son temas que van desde lo empresarial hasta lo cultural. Nos han dado un apoyo moral para superar barreras mentales que se pudieron generar por nuestras vivencias en los momentos complicados, hemos aprendido a desprendernos de esas situaciones. Todo eso se complementa con capacitación empresarial y hasta temas de neurolingüística, además quiero que me den consejos de comercialización para tener mejores prácticas de ventas corporativas”.
 
Una luz que se encendió
 
Para Víctor, por más oscuro que el camino podía lucir, siempre hubo una luz de esperanza que lo mantenía motivado, ahora con la llegada de su tercera hija, nacida en Colombia, tiene otro faro que alumbra su recorrido para siempre encontrar el camino indicado.

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