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Un sueño en Buenaventura: La historia de Aracely y su restaurante ‘El Tazón de mi Negrita’

Aracely Viveros es una mujer de 44 años, cuya vida ha estado marcada por la resiliencia y la pasión. Desde su hogar en el barrio Lleras, en Buenaventura, ha trazado una historia de esfuerzo y dedicación que se refleja en cada plato de su restaurante: ‘El Tazón de Mi Negrita’.


En la casa familiar donde vive con su esposo, hijos, nietos y un sobrino, Aracely ha creado un espacio donde la familia y su negocio se unen. Su vida y el camino que ha recorrido con su unidad productiva están arraigados en el barrio que la vio nacer y que la ha visto crecer, formar su familia y hoy en día tener su propio negocio a tan solo siete cuadras de su hogar. Esta cercanía le permite estar siempre presente, tanto para su familia como para su negocio, siendo un pilar fundamental en la vida de las personas que la rodean.

Con 16 años en operación, ‘El Tazón de Mi Negrita’ es mucho más que un restaurante, es un sueño hecho realidad. Aracely y su esposo vieron la necesidad de brindar una oferta diferente a la que se vendía cerca a ellos y decidieron aventurarse en este negocio. A pesar de los desafíos iniciales, su determinación ha mantenido el restaurante próspero, atrayendo a clientes con sus deliciosos platillos. Su especialidad es el arroz con camarones, pero también ofrece platos locales que conquistan a sus visitantes.


A lo largo de los años, Aracely ha combinado su experiencia en la cocina con una tenacidad que la ha llevado a superar dificultades. Aunque en algún momento se vio forzada a mudarse a Bogotá, debido a la violencia en su ciudad, su amor por Buenaventura y su deseo de ofrecer una mejor vida a su familia la llevaron de vuelta a sus raíces. En Bogotá, trabajó en un restaurante de comida rápida, pero siempre extrañó el calor y la autenticidad de la cocina de su municipio, durante este periodo lejos de casa reforzó su deseo de regresar y construir algo propio en su tierra natal.


Hoy, Aracely no solo maneja su restaurante, sino que también está construyendo un nuevo hogar en el mismo terreno, combinando su residencia con su negocio. Este proyecto refleja su visión de futuro, donde su familia y su pasión por la cocina pueden coexistir en un mismo espacio. La construcción ha sido un esfuerzo gradual, pero Aracely está determinada a hacerlo piedra a piedra, ladrillo a ladrillo.


Su historia es un ejemplo de perseverancia, Aracely menciona cómo el apoyo de su familia y su fe la han mantenido firme. Además, su participación en el programa Empropaz le ha brindado herramientas y conocimientos valiosos para seguir creciendo. Este programa no solo le ha ofrecido capacitación, sino también un sentido de comunidad y apoyo entre otros emprendedores locales.


Araceli no solo es una empresaria, sino también una inspiración para muchas mujeres y microempresarios en su comunidad. Su historia se comparte en medios locales, con la esperanza de motivar a otros a creer en sus sueños y a trabajar arduamente para alcanzarlos. Ella es un testimonio viviente de que con dedicación y amor por lo que se hace, cualquier obstáculo puede ser superado.


En El Tazón de Mi Negrita, cada plato cuenta una historia de amor, esfuerzo y tradición. Araceli continúa innovando y ofreciendo lo mejor de la cocina local, siempre con una sonrisa y la satisfacción de saber que su sueño sigue creciendo. El restaurante es un punto de encuentro para la comunidad, donde se comparten historias, risas y momentos especiales.


“Mi visión es clara, para el futuro espero seguir creciendo, mejorar las instalaciones de mi negocio y quizás, algún día, abrir otra sucursal, pero manteniendo la esencia de lo que ha hecho que ‘El Tazón de mi negrita’ sea tan especial” menciona Aracely.


Aracely es una mujer que ha sabido transformar las adversidades en oportunidades, construyendo no solo un negocio, sino también una herencia de la que su familia y su comunidad pueden estar orgullosas. Su historia celebra el espíritu emprendedor y prueba que los sueños, cuando se persiguen con pasión y perseverancia, pueden convertirse en realidad.

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