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La confección de un sueño

Desde que Karen tenía 16 años aprendió a coser, un oficio que no ha abandonado ni siquiera cuando llegó de Venezuela. En Santa Marta, ciudad en la que se radicó siguiendo a su pareja de ese momento, encontró una vacante perfecta casi que al momento de su arribo.

En dicha empresa de confecciones duró varios años hasta que se dedicó a ser independiente. Tiempo después conoció al programa Empropaz gracias a una convocatoria masiva.

De la mano de Empropaz

El programa arrancó en Santa Marta y en Riohacha en febrero de 2023 con dos convocatorias a las que asistieron alrededor de 700 personas, sumando la participación en cada una de estas ciudades.

Cuando Karen llegó a Empropaz estuvo dispuesta a dejarse asesorar, aunque en un principio ni siquiera se imaginaba que iba a terminar con un emprendimiento tan exitoso de vestidos de baño y uniformes de dotación como ‘Confecciones M&D’; nombre que le dio por las iniciales de sus apellidos: Delgado y Montiel.

Por eso, Karen encontró en Empropaz una mano amiga que la guió desde el comienzo en su nueva meta, un acompañamiento integral desde lo empresarial y lo psicosocial.

Puntada a puntada de ‘Confecciones M&DD’

En el aspecto empresarial, ‘Confecciones M&D’ tenía todo por hacer. Karen pasó del deseo de ser independiente a consolidar su propio negocio, en ese proceso pudo identificar todas sus necesidades empresariales y adquirir las herramientas para lograr superarlas. De esta forma aprendió sobre:

  • Cómo diseñar un plan de negocios, lo que le permitió tener una ruta clara de hacia dónde se dirige su microempresa.
  • El valor de su producto y a diferenciarlo de la competencia.
  • Estrategias operativas. Así pudo medir el tiempo de su trabajo, tiempos de entrega, mano de obra y rotación de productos.
  • Estrategias administrativas para realizar presupuestos, cotizaciones, proyección de ventas, entre otros.

Tanto la parte operativa como administrativa han sido clave para tener una empresa rentable y finanzas saludables, pues anteriormente el dinero del negocio era de bolsillo. Ahora, Karen dice orgullosa que ya no toma la plata de la empresa para hacer cualquier diligencia personal.

De hecho, sus ventas aumentaron en un 80% y en temporada se disparan, de modo que debe contratar a una ayudante. También pasó de tener una máquina a tener cinco: fileteadora, plana, familiar y collarín. Así mismo, Karen menciona que también aprendió a ahorrar y está en el proceso para abrir una cuenta con Bancamía, sin el cobro por cuota de manejo ni el 4×1000.

Por ahora, sigue trabajando en el aspecto gráfico de la marca y en tener unas redes sociales sólidas para posicionarse mejor en el mercado.

De la máquina de coser al corazón de Karen

Sin complementar el proceso empresarial con el acompañamiento psicosocial hubiera sido difícil llevar a cabo todo lo que se nombró anteriormente con éxito.

Cuando inició su proceso con Empropaz, Karen no creía en ella misma ni en el emprendimiento, en gran parte, debido a distintas situaciones familiares. Sin embargo, con el programa encontró una red de apoyo de expertos que le facilitaron un cambio de perspectiva por medio de varias estrategias y módulos en los que se trataron temas como el autocuidado, la reparación emocional y el arraigo.

“En lo psicosocial me ayudaron a entender que estoy en otro territorio, aprendí a sanar, a perdonar y a soltar una relación tóxica”, comenta Karen con orgullo.

Para ella ha sido un camino inspirador, un nuevo comienzo que ahora da sus frutos gracias a su disciplina y alegría para afrontar cada reto. Su excuñada le dice lo mucho que la admira y está siguiendo sus pasos para también consolidar su propio emprendimiento de confecciones.

Carismática y resiliente, así la describen sus asesoras de Empropaz, quienes han acompañado la confección de este sueño, que le ha permitido a Karen afianzar su lugar en el mundo y a creer que todo es posible.

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