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Yamileth Salas, una mujer que confeccionó el destino de su vida

“Con Empropaz aprendí a organizarme en metodologías de trabajo, yo lo hacía de manera muy desordenada. De igual manera, tuve la alternativa de estructurar ideas y pude presentar un plan de negocios, gracias al mismo, recibí un crédito semilla por parte de Bancamía y así transformé mi unidad productiva”, narró Yamileth, una migrante venezolana que encontró en el Programa un apoyo para fortalecer su taller de confección.
 
La mujer, quien tiene más de 20 años de experiencia en la industria textil, ya había intentado emprender en su país natal, donde montó su primer taller, pero la crisis económica la obligó a cerrar y migrar hacia Colombia hace cuatro años. Esta mujer no se ha dado por vencida a pesar de las dificultades y finalmente logró poner su negocio en Colombia, en el municipio de Soacha, donde el emprendimiento va por buen camino y ella tiene grandes aspiraciones.
 
Su historia se remonta a Trujillo, estado de Venezuela, allí nació hace 40 años y allí creció junto a sus dos hermanas y sus padres. Desde el colegio tuvo cercanía con la confección, pues en ese lugar le brindaban clases para enseñarle esta actividad por la que generó un gusto desde pequeña.
 
Al terminar la escuela, trabajó en un almacén de telas, vendió tarjetas telefónicas y luego, con su madre, ingresó a una fábrica de confección en la que estuvo durante 15 años, donde cosió todo tipo de productos, entre ellos sábanas, sombreros y otros.
 
Decidió que era el momento de trabajar por su cuenta y compró dos máquinas con ahorros que había logrado, las puso en su casa y alcanzó la anhelada independencia.  Elaboraba productos como sábanas e iba formalizando su propia empresa, lamentablemente, Venezuela entró en crisis y como consecuencia, Yamileth tuvo que parar la producción y cerrar las puertas de su negocio.  
 
Un país diferente, un mismo destino
 
“Decidí irme para Colombia, llegué hace cuatro años y dos meses. Conseguí trabajo cosiendo en una fábrica, duré tres meses, luego aterricé en otra satélite donde se confeccionaban camisetas y estuve otro tiempo. También vendí tintos en la calle. Se abrió la puerta en otra sede de ropa, pero yo estaba establecida en Soacha y tenía que ir hasta a Suba, entonces era bastante complejo el tema de la movilidad, por lo que decidí volver a vender tintos ahí en el municipio”, expresó la emprendedora, quien se le mide a todo.
 
Hablando con personas que se le acercaban, un día alguien le contó que tenía un contacto en una fábrica con una persona que confeccionaba sudaderas, se presentó y le dieron la oportunidad, pero el trabajo duró solo tres meses, sin embargo, al irse dando a conocer, logró buena reputación en el medio y se puso en contacto con una fábrica de ropa interior para hombre, donde le abrieron las puertas.
 
“Iba excelente, pero a los seis meses empezó todo el asunto de la pandemia. A mi jefe le dio muy duro, él dijo que ya no le hacían pedidos; por eso yo le dije que me prestara una máquina para confeccionar tapabocas y, me fue muy bien así”, agregó Yamileth.
 
Por su fama y buen trabajo, recibió una llamada para realizar overoles y batas quirúrgicas, ella consultó con el dueño de las máquinas y aceptó la propuesta, entonces se pusieron a la tarea y se dedicaron a eso el resto de la pandemia.
 
Su espíritu emprendedor la llamaba, entonces volvió a guardar un porcentaje de su sueldo y cuando ya tuvo lo suficiente, adquirió una máquina fileteadora para comenzar a realizar confecciones por su parte, luego ahorró otro poco más y compró otra máquina. Llamó contactos, les contó de su emprendimiento y poco a poco le iban dando trabajos para satélites, de nuevo, estaba con su negocio, pero en Colombia.
 
“Conocí Empropaz y me inscribí, fue en el momento perfecto, ya tenía andando mi negocio, pero -sin duda- ellos fueron claves para estructurarme de mejor manera, para desarrollar ideas y dar valor agregado, vivimos en un mercado con mucha competencia y hay que saber convivir con eso, me formaron hasta en la manera que debía calcular los precios de mi trabajo, algo que valoro demasiado”.  
 
Con los conocimientos adquiridos en el Programa, Yamileth desarrolló un plan de negocios, por medio del que logró obtener un crédito semilla con Bancamía. Los recursos desembolsados, los invirtió en la compra de más máquinas y la renovación de las que ya tenía.
 
“Los equipos que estaba usando consumían mucha luz, entonces las vendí y compré un total de cuatro nuevas máquinas, hice la adquisición entre otras de una plana con motor ahorrador, filetes mecatrónicos -también con motor ahorrador-, además, hice inversiones para complementar los equipos necesarios para mi trabajo, adquirí materia prima como hilos, cremalleras y otros insumos, sumado a eso compré maniquís para exhibir los productos, una mesa de corte, una cortadora y material para confeccionar pantalonetas y las sudaderas, no tengo dudas que mi negocio está a otro nivel”, concluyó Yamileth. 

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