Según un artículo de la Cámara de Comercio de Bogotá, en Colombia, el sector plástico genera 1,2 millones de toneladas por año; los envases y empaques equivalen al 56 %, y los mezcladores, pitillos, platos, cubiertos y similares, son cerca del 3 %. Cuando se convierten en basura, esos artículos llegan a los ríos, mares o lotes de desechos afectando a toda la flora y fauna, de allí la importancia de reciclarlos para minimizar los impactos en el medioambiente.
A esta titánica tarea se le midió un caleño de 42 años radicado en Putumayo, exactamente en Puerto Asís. Este hombre lleva casi 20 años en el proceso de reciclaje, ya que desde muy joven se dio a la tarea de proteger al planeta y -hoy- lidera una iniciativa medioambiental que busca transformar su departamento.
Alberto Gallegos Valencia creció con su padre y dos hermanas en Cali, allí, en la capital del Valle, realizó sus estudios hasta los 17 años, a esa edad se mudó a Pitalito (Huila) y terminó el colegio. Vale la pena destacar que -al mismo tiempo- él iba haciendo un técnico en Electricidad. Al graduarse, continuó su formación y la culminó exitosamente en el SENA.
Estando en el Huila, laboró como electricista, pero luego surgió una oportunidad de trabajo en Putumayo que no dudó en tomar. Allá siguió ejerciendo, durante su experiencia en las dos regiones conoció muchas bodegas donde notó que no existían procesos de reciclaje, algo que se le metió a la cabeza, ya que podría hacer dos cosas en ese sentido: proteger el medioambiente y empezar un negocio propio.
“Me di cuenta que no existía una cultura del reciclaje y mucho menos procesos enfocados en ello. Junto a un compañero nos pusimos a reciclar, incluso, al iniciar no sabíamos donde íbamos a vender, simplemente recogíamos el material, pero tuve la suerte que me facilitaron un lote para almacenar lo que se recogía, después dimos el paso de transportar el material en camión y fuimos generando un proceso más claro de reciclaje que no existía en Putumayo”, explica Alberto.
Al ver el buen trabajo que estaban realizando, la Autoridad Ambiental les brindó capacitación, lo que motivó a Alberto a continuar por esa vía, asimismo, entendió que sus metas se estaban alcanzando y que su misión como protector del planeta era una realidad. Inició como independiente, pero en el 2003 formó parte de la creación de la Asociación de Recicladores Biofuturo, lo que les facilitó como gremio fortalecerse y encontró más apoyo para su actividad.
En el desarrollo del reciclaje, entendió que uno de los materiales que más afecta a la naturaleza es el plástico, por su lento proceso para degradarse, entonces se enfocó en trabajar con este producto y -junto a la asociación- compraron equipos para sacar productos a base de plástico.
En el 2010, Corpoamazonia creó la planta de madera plástica, gracias a la experiencia que tenían con la asociación, se les entregó la operación que, actualmente, es la que lidera Alberto junto al grupo.
“Con la madera plástica fabricamos diferentes productos como cercados para fincas, puentes colgantes para veredas o que se requieren dentro de las haciendas, parques infantiles, postes, senderos y otras estructuras que se requieren”, señaló el microempresario.
En los últimos 12 años, han podido procesar cerca de 4.500 toneladas recogidas en Putumayo, ya que uno de los objetivos es recoger el plástico que genera el departamento para que no se quede contaminando a cielo abierto o en las cuencas de los ríos. Básicamente, son dos conceptos ambientales: el primero, la recolección de los materiales para que no impacten la naturaleza y se les brinde un final adecuado de manera tal que no queden en el medioambiente, sino que sea un producto con una durabilidad para 20 o 30 años.
El otro concepto es evitar la tala de árboles, ya que -por ejemplo- al hacer un cerramiento o un puente con madera plástica, son elementos que van a durar más que si están hechos con la madera natural, evitando que cada dos o tres años tengan que ir a hacer talas para hacer mantenimiento o reposiciones.
Empropaz, vital para sobrellevar la pandemia
En el 2019, Alberto ingresó a Empropaz para recibir formación especializada, precisamente, unos meses antes que la pandemia iniciara. Él asegura que aprendió sobre estrategias financieras: cómo estructurar la parte administrativa de forma más eficiente y tener un mejor proceso de atención al cliente. Cuando iniciaron las cuarentenas, debieron cerrar toda la operación, lo que los llevó a retroceder bastante en el negocio.
“Afortunadamente, con las herramientas adquiridos en Empropaz, cuando pudimos reabrir, se implementaron varias estrategias para poder retomar; antes éramos 13 personas, ahora estamos cinco, pero con una buena administración y gestión se va a ir recuperando la unidad productiva. Además, con los conocimientos en finanzas y de ahorro del Programa, se ha podido establecer una base para tener una reactivación exitosa”.
Antes de la coyuntura del COVID-19, la organización lograba recoger y trabajar entre 50 y 60 toneladas mensuales de plástico, en la actualidad, la media llega a 15 toneladas, con mucho esfuerzo logran las 20 toneladas. Eso sí, Alberto está seguro que volverán a los niveles de antes, para seguir fomentando la cultura del reciclaje, de protección de la naturaleza y distribuyendo los mejores productos en calidad de madera de plástico.

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