Un reciente estudio del Laboratorio de Economía de la Educación (LEE) de la Pontificia Universidad Javeriana, reveló que la tasa de repitencia escolar a nivel nacional pasó de 2.2% a 5.43% entre 2019 y 2020. Es decir, que la pandemia afectó directamente a los alumnos y el número de estudiantes que pierden el año se duplicó.
Para dimensionar la problemática, mientras que en el 2019 (antes de la pandemia) las personas que repitieron el año eran 203.010, para 2020 la cifra alcanzó los 491.722 alumnos, mostrando un aumento de 288.712 repitentes.
Pues bien, ante adversidades como esta, siempre hay personas dispuestas a ayudar. Ese es el caso de Andrés Hernández, un migrante venezolano que emprendió, pero que, por su vocación de docente, lo hizo pensando en ayudar a una de las comunidades más afectadas por la pandemia: los estudiantes.
¿Quién es Andrés?
Andrés trabajaba en un colegio público en Maracay, capital del estado de Aragua en Venezuela, allí fue profesor durante 14 años. Le encanta la docencia. Residía con su esposa (también maestra) y con su hija de siete años, pero la compleja situación de país vecino, lo llevó a que él se convirtiera en uno de los millones de venezolanos que han salido al extranjero a buscar oportunidades; ese camino lo trajo a Colombia hace cuatro años.
Arribó a Bogotá solo, sin su familia, donde consiguió trabajo siendo parte del cuerpo de seguridad para discotecas, luego, tuvo la oportunidad de incorporarse a un grupo de mariachis tocando instrumentos, pero inició la pandemia y no pudo continuar en esos oficios.
Con el pasar del tiempo, llegó su familia a la Capital de la República, para darles sustento, vendió una camioneta que tenía en Venezuela y consiguió un préstamo para juntar el dinero y comprar un carro en Colombia, con el cual se dispuso a laborar en las aplicaciones de transporte. Con ello, lograba conseguir dinero para el mantenimiento del hogar.
Con la reactivación económica en 2021, laboró de nuevo en la Zona Rosa de Bogotá; aunque en su alma seguía intacto el instinto de la enseñanza y la docencia. Por eso, con su pareja, la cual era profesora también, estaban ideando la manera de emprender y poner en ejercicio todo su conocimiento y experiencia como profesores.
Un emprendimiento social para estudiantes
Por esas cosas de la vida y del destino, Andrés conoció Empropaz e ingresó al programa para recibir formación especializada a inicios de ese año, al mismo tiempo, con su esposa implementaron el Centro de Refuerzo Escolar, ya que muchos chicos por los problemas de la pandemia estaban teniendo dificultades escolares, así que esa era una buena manera de ayudar a los demás y de volver a ser lo que tanto amaban.
“El emprendimiento lo habíamos estado ideando, además, en vista que mi esposa no conseguía trabajo y que algunos vecinos tenían a sus hijos en clases, pero no iban muy bien con su año escolar, decidimos atender a algunos chicos para guiarlos y que pudieran fortalecer sus debilidades, ahí nace el Centro de Refuerzo Escolar, con clases dirigidas. Lo chévere, es que al mismo tiempo me iba formando con Empropaz”, narró Andrés.
De esta forma, el docente recibía formación para estructurar su idea de negocio en lo administrativo, para tenerlo sólido y ofrecer una educación de calidad a quienes lo requerían. Andrés, expresó que el poder estar con Empropaz mientras pasaba esas primeras fases de su negocio, le fueron muy útiles porque podía estructurar diferentes asuntos de la mejor manera, ya que evitaba improvisar y podía poner en práctica los aprendizajes sobre todo en cosas como finanzas para llevar la contabilidad en los costos y los gastos.
En ‘Tu Refuerzo Escolar’, nombre de la unidad productiva, Andrés y su esposa atienden a chicos en dos jornadas de lunes a viernes, en las que brindan asesoría en diferentes materias. De igual manera, ofrecen un paquete más avanzado para aquellos padres que, por tiempo, no pueden ayudar a sus hijos con las tareas y ellos los acompañan en ese proceso, incluso, cuando requieren guía en cosas como proyectos o maquetas.
A eso hay que sumarle el servicio de transporte, ya que muchas veces se necesita que recojan a los estudiantes en el colegio y los lleven al Centro de Refuerzo.
Al estar en Empropaz, Andrés recibió un crédito por parte de Bancamía, entidad líder del proyecto, con el que compró un computador y una impresora para mejorar el funcionamiento del emprendimiento.
“Por otra parte, conseguimos donaciones y recursos con los que nos dotamos de sillas, mesas y tableros, porque el número de estudiantes iba en aumento. Comenzamos con tres niños y hemos llegado a tener 18. Cada chico tiene derecho a 15 horas de refuerzo semanales. Lo importante es que entendemos que cada caso es particular y que necesita una orientación personalizada, así que damos calidad para que los chicos aprueben su año y se nivelen en las materias que lo necesitan”, concluyó el emprendedor.

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