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El emprendimiento que rompió moldes y revoluciona en Turbo

“Antes de empezar mi emprendimiento, yo sembraba cacao, pero lo que realmente quería era tener una unidad productiva de apicultura. Cuando pude iniciarla fue algo totalmente nuevo para la región, la gente estaba acostumbrada a vivir del plátano y del banano; las personas nos miraban como locos y me decían que eso no iba a producir, pero hoy en día, con el grupo de apicultura, nos hemos ganado el respeto, un puesto y un lugar dentro de la comunidad”, así comienza la historia de Martha Cecilia Mestra Meza, una emprendedora que ha pasado por momentos felices, tristes y complejos en su vida.
 
Nació hace 58 años en el municipio de Arboletes, Antioquia, pero creció -exactamente- en el corregimiento de La Trinidad, junto a sus abuelos. Estudió primaria, cuando iba en medio del bachillerato, quedó embarazada y se mudó a vivir con su pareja sentimental, con la que tuvo tres hijos en total (dos varones y una niña). 
 
Ellos decidieron poner una tienda para generar ingresos y poder mantener su hogar, con ese negocio tuvieron el dinero suficiente para vivir durante años. Lastimosamente, la zona era compleja por el conflicto armado y su esposo fue asesinado por causas del mismo. Ella siguió manejando el negocio, pero al poco tiempo el local no era tan productivo económicamente.
 
La guerra se recrudeció en la región, su familia comenzó a desplazarse a otras zonas del departamento, incluso, su madre se vio en la obligación de hacerlo. Ante este panorama y ya siendo víctima del conflicto, Martha Cecilia no tuvo otra alternativa que marcharse para Turbo, donde su padre vivía.
 
“Después de llegar, mi padre fallece y tuve que hacerme cargo de sus cosas, como la finca, entonces me establecí acá con mis hijos del todo. Logré vender la casa que había dejado abandonada y con ese capital empecé a sembrar cacao; luego, salí beneficiada en un programa de guardabosques para mujeres cabeza de familia y ahí estuve cuatro años, aprendiendo de diferentes temas y tenía un auxilio para el cultivo, pero ese proyecto me abrió el camino para la apicultura; eso era lo que realmente me llamaba la atención y me parecía algo muy bonito”, explica Martha Cecilia.
 
Fue así como en el 2004, adecuó lugar en sus terrenos e inició el emprendimiento de la apicultura. Cuenta que la gente no creía que su unidad productiva fuera a prosperar, pero ahora es “otro cantar”.  Para ella ha sido un reto especial, pues le permite tener un negocio del cual vive, pero -más allá de eso- es un emprendimiento que le aporta al medioambiente y al cuidado de la vida de las personas y el planeta, ya que las abejas son parte fundamental de los ecosistemas y la naturaleza.
 
Martha trabaja con abejas africanizadas y nativas (sin aguijón), que están en peligro de extinción, según explica, a estas no se les presta la atención necesaria y por eso las rescata y las lleva a su casa para protegerlas y son inofensivas.
“Con ellas se saca una miel más difícil de conseguir, es una miel que, incluso, tiene elementos que ayudan a la vista. Acá vendemos la miel normal (cruda) que sale del panal al envase, a la gente le encanta y como ya me conocen estoy posicionada. También se comercializa polen, productos de miel con propóleo, que es bueno para la tos y la gripa, además de la miel ‘angelita’, que sale de las abejas sin aguijón”.
 
Ella comercializa sus productos en tiendas y tiene un punto de venta en su casa, allí es la sede de Ecomeliponas, una marca que va rumbo a convertirse en una insignia del municipio y el departamento. Ella vivió una de las paradojas que la vida impone, cuando tantas personas, empresas y emprendedores la pasaron mal con la pandemia, ella tuvo un crecimiento excelente, ya gran parte de las personas querían protegerse de cualquier gripa o tos con miel, por lo que pudo vender bastante, algo que le pasa cada vez que hay temporadas virales. 
 
Formación para crecer
 
Desde hace tres años, la emprendedora se inscribió a Empropaz, a través del cual ha recibido formación especializada. Ha destacado que el Programa le ha servido para mejorar y adquirir conocimientos sobre el manejo de balances, mejorar las finanzas, realizar presupuestos y aplicar estrategias comerciales para vender sus productos.
 
“Me ha gustado mucho que nos han llevado a los mercados y ferias campesinas para hacer contactos comerciales y posicionar la marca. Eso lo agradezco bastante, también me gustó que Bancamía, me ayudó a tener una cuenta de ahorros, ya que en Empropaz nos hablaron de la cultura de ahorro para lograr las metas, eso permite hacer inversiones inteligentes”, puntualizó Martha Cecilia.  
 
En la actualidad, cuenta con 30 colmenas de las abejas africanizadas y diez de las abejas sin aguijón. “Mi sueño es montar un meliponario o colmenar, que es un espacio donde se resguardan abejas sin aguijón, conocidas como meliponinos, para manejarlas con fines productivos, aprender sobre ellas y darlas a conocer. Quiero que tenga abejas de muchas especies de la zona, del continente y hasta del mundo. En el futuro también quiero contar con un museo para generar conciencia en la sociedad de la importancia de las abejas, como ellas son polinizadoras, ellas viven de las plantas y los árboles y viceversa, los árboles y las plantas de ellas. Además, anhelo que se vendan los productos en todo el departamento y Colombia, incluso, hace un año estuvimos en Pereira ofreciendo productos y todo lo que llevamos lo compraron”, concluyó. 

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