Las experiencias llevaron a Yaciris María Guerrero Acosta a intentar consolidar una vida en diferentes ciudades del país, inclusive, por un tiempo, residió en el extranjero en busca de mejores oportunidades, sin embargo, lo que ella no sabía es que en uno de esos lugares iba a encontrar una pasión que se convertiría en un negocio que le cambiaría su realidad.
Esta mujer de 30 años nació en Ayapel, Córdoba, lugar en el que creció y terminó su bachillerato. Vivía junto a su madre, sus tres hermanos y su padrastro. Al terminar el colegio su objetivo era estudiar por lo que se trasladó a Medellín y realizó un técnico en Sistemas. Lo finalizó y buscó trabajo en la ciudad, pero no tuvo suerte y emprendió el regresó a su municipio natal.
A su retorno, trabajaba durante la semana en un café internet y el fin de semana en un consultorio odontológico. Por esa época, conoció a su actual pareja y tomaron la decisión de irse a vivir a la ciudad de Montería; estando allí inició la carrera de Enfermería, pero -a la vez- laboraba en una panadería. El establecimiento cerró y no hubo muchas opciones, entonces, nuevamente, la pareja decide migrar a otro lugar, en esta ocasión optaron por Necoclí.
En 2012, llegan a ese municipio de Antioquia y Yaciris culmina sus estudios en Enfermería y aunque insiste en conseguir un empleo en su profesión, no logra hallar un puesto y su pareja tampoco. En medio de la búsqueda, a su esposo le sale un trabajo en el área de construcción en Panamá, en un corregimiento fronterizo con Colombia llamado Puerto Obaldía, alternativa que no dudaron en tomar.
En el extranjero estuvieron un tiempo. Realmente hubo un lapso de seis años en los que iban y volvían de Panamá a Colombia, por esas cosas de la vida, los dos hijos de Yaciris nacieron en el país vecino, el mayor en el 2013 y la menor en el 2018. Asimismo, durante ese tiempo, ella se dedicó a las tareas del hogar, pero siempre estaba pensando en hacer algo más para aportar financieramente a su familia.
“En uno de esos periodos que nos establecimos en Panamá, el cónsul de Colombia gestionó para que varias mujeres tomáramos un curso de confección de ropa interior y lo aproveché. Siempre me había gustado ese tema, pero nunca tuve la oportunidad de hacer nada relacionado hasta ese momento. Me quedó gustando y le dije a mi esposo que eso lo podría ejercer desde la casa para generar ingresos extras”, narró Yaciris.
En un inicio no se pudo materializar ese proyecto por falta de recursos, pero quedó latente la posibilidad de lograrlo. Un día, su suegra, a quien también le gusta coser, le regaló una de las famosas y antiguas máquinas de marca Singer; en ese momento comenzó una nueva historia en su vida:
“Mis primeros pasos fue elaborar ropa para mis hijos. La gente en la calle me preguntaba que dónde compraba las prendas y les contaba que las hacía yo. Buscaba videos por internet y así iba aprendiendo, me dijeron que tenía talento y las personas quisieron hacerme pedidos. Mi esposo vio que era algo que podía funcionar y me apoyó comprando insumos básicos como las tijeras, hilos y telas, así se materializó todo a finales 2020 y nació mi negocio llamado Guerreros Fashion”, expresó la microempresaria.
Luego, amplió el portafolio de servicios y se arriesgó a realizar uniformes para la escuela de la vereda, publicó su trabajo que tuvo una acogida excelente; vendió más de 30 uniformes cuando la expectativa era diez.
Fortalecimiento empresarial
En el 2021 se inscribió a Empropaz y cuenta que la asesoraron en el manejo de costos, lo cual le permitió analizar cuáles eran sus ingresos o detectar los momentos en los que no había ganancias, igualmente, informó que aprendió a llevar las finanzas de su unidad productiva de manera organizada y a ser más estructurada en el manejo del negocio.
“Fue elemental para mi crecimiento empresarial saber cuánto me gastaba en la elaboración de una prenda para identificar cuánto me quedaba de ganancia; el proceso de formación de Empropaz me permitió valorar más mi trabajo porque no cobraba lo que debía, hay que hacerlo de manera justa, además conocí sobre herramientas de marketing digital”, recalcó la beneficiaria.
Por otro lado, ella tuvo acceso a un crédito semilla por parte de Bancamía, entidad líder del programa, los recursos los invirtió en una máquina bordadora con los insumos para personalizar los productos y reducir costos en tercerización de servicios. Además, dotó su taller de una máquina de sublimación que -básicamente- es una plancha industrial plana y una impresora para marcar ropa, evitando que terceros que le prestaban el servicio le dañaran las prendas, un tema que le generaba pérdidas y gastos de transporte.
Hoy Guerreros Fashion sigue por el camino del crecimiento y es un sueño que se fortalece con el pasar del tiempo.

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