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‘Querer es poder’, un emprendimiento ensalzado con amor

En el 2017 a la ciudad de Bogotá llegó Jennifer Andreina Acevedo, una chica de 28 años, oriunda de la ciudad de Maracay, Venezuela. Ella creció en Valencia, región de ese país con su familia materna. Realizó el bachillerato e inmediatamente se dedicó a hacer una carrera universitaria: Administración de Ventas.
 
El título lo recibió en el 2017 y ante la complicada situación de su país decidió -ese mismo año- alistar algunas cosas personales y tomar rumbo a Colombia. Dejó a su novio, Manuel Antonio Mundo, a quien le prometió que regresaría apenas pudiera.
 
Al llegar a la Capital colombiana, gracias a algunos conocidos radicados en la ciudad, consiguió trabajo cuidando a una señora en su residencia, la cual estaba recién operada. Estuvo un par de meses y finalizó la labor.
 
En el rebusque, Jennifer empezó a vender algunos artículos en un centro comercial, aunque a veces ganaba algo de dinero, en otros días no. Entonces, no pudo hacer el dinero del arriendo, intentó vender comidas en un puesto rodante por el centro de Bogotá, pero las jornadas eran largas, la dejaban exhausta y debía caminar demasiado, sin que las ganancias ameritaran tal esfuerzo. Sus pies terminaban hinchados y con ampollas. 
 
Afortunadamente, una amiga de Venezuela que vivía en Cali, la contactó para ofrecerle un trabajo en una casa familiar para cuidar niños, cocinar y hacer limpieza. Ella no lo dudo y se aventuró a la ‘sucursal del cielo’. Inició esta nueva fase en otra ciudad y trabajó durante otros meses, pero luego tuvo que salir de allí.
 
Después de varios intentos, halló un puesto laboral en una empresa de maquillaje donde alcanzó una estabilidad y se pudo mantener durante un año. Las buenas noticias no paraban, su novio, le informó que llegaría a Colombia para buscar nuevos horizontes y tratar de hacer una nueva vida juntos.
 
Al llegar Manuel, quien tenía su empresa en Venezuela, pero que debió cerrar, la pareja empezó a planear la forma de emprender y tener su propio negocio. Cuando la estaban estructurando, Jennifer quedó embarazada y pospusieron la tarea de su negocio. Manuel se dedicó a trabajar, mientras ella cuidaba al bebé durante esos primeros meses. 
 
“Luego de un tiempo de nacido el bebé, entendí que necesitaba generar recursos para el hogar, por lo cual creímos que era el momento indicado de darle forma al sueño de emprender. Era ya el 2020 y -precisamente- cuando tomamos la determinación, al mismo tiempo, conocimos Empropaz, entonces eso fue una ayuda para desarrollar nuestra idea de negocio con ellos, con su formación y con el acompañamiento que brindaban”, recordó Jennifer.  
 
En esa ruta montaron la ‘Salsamentaria querer es poder’, en la que comercializan productos colombo-venezolanos, además su nombre fue elegido para reflejar algo de esa esencia que marca a la pareja.  
 
La unidad productiva se lanzó en el 2020 y era -en su inicio- de ventas online por redes sociales y por voz a voz de conocidos de la pareja.
 
“Gracias a la formación con Empropaz tuvimos las herramientas para hacer la estructuración. Algo clave para nuestro crecimiento fue aprender sobre todo el manejo de proveedores, el manejo de cartera con ellos y tener varios proveedores para manejar diferentes alternativas, porque en el negocio siempre hay que tener productos y a los clientes hay que evitar darles respuesta de que no hay tal producto; eso genera mala reputación”, señaló la emprendedora.
 
Los artículos estrella son el queso de mano, originario de Venezuela y que es preparado por un compatriota de la pareja, además de la chuleta ahumada. ‘La Salsamentaria Querer es Poder’, logró un crecimiento importante y ya no solo venden por redes sociales, sino que tiene sede en el barrio Floralia de Cali, alcanzando un incremento de ventas de 20%. 
 
“Después de un arduo trabajo nuestra sede está consolidada en la parte delantera de la casa, allí tenemos los refrigeradores y neveras. Estamos felices, tuvimos la oportunidad de casarnos en Yumbo, cuando lo hicimos era complejo que casaran a una pareja venezolana en una notaría, pero lo logramos y acá seguiremos para fortalecer la unidad productiva”, exclamó Jennifer. 

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