Con tan solo 13 años, Eugenia Nila Brunal, descubrió su amor por la costura, uno que duraría toda su vida y se convertiría en su proyecto de vida. Cada día, en su afán de aprender y de no estar sola en casa, acompañaba a su madre al taller de confección en el que trabajaba; hacía rápido sus tareas en la pequeña fábrica, luego se adentraba en el mundo de los hilos y poco a poco aprendió todos los secretos del oficio.
Nila Brunal nació en Montería (Córdoba), allí creció y a la par con sus estudios, continuó trabajando en la elaboración de prendas de vestir, desarrollando así una amplia experiencia en el sector de la confección. Esto hizo que en el año 2005 fuera llamada de San Pedro de Urabá para dictar cursos de modistería, pijamas, prendas multiusos y ropa interior. Gracias a esta experiencia, tomó la difícil decisión de alejarse de su familia, pero con el objetivo claro de construir su proyecto y ser reconocida en la industria.
Sin embargo, se dio cuenta que dictar cursos solamente no era rentable, pues también debía mantener a su hijo, entonces empezó a dedicar la otra parte de su tiempo a trabajar -como lo hizo su madre- en un taller de confección. Allí se elaboraban zapatos, sandalias y toda clase de prendas para vestir. Ya con años de recorrido, en su cabeza surgió la idea de que en algún momento debía empezar su propio negocio, es decir, ¡emprender!
De un momento a otro, la Alcaldía de San Pedro de Urabá le ofreció ser monitora de artes, por lo que dejó por un tiempo la modistería, pero el sueño de crear su empresa seguía intacto, lo único que la había frenado era el no saber cómo empezar y tener confianza en sí misma. Después de un breve paso como coordinadora, salió de la Entidad, pero no quiso solicitar empleo y entendió que había llegado el momento al que le había dado tanta espera, iniciar su unidad productiva.
Esto trajo como resultado que, hace año y medio, se diera el nacimiento de ‘Nila Brunal’, taller de confección. Con toda la emoción que esto significaba y a pesar de conocer su oficio a la perfección, sabía que para triunfar necesitaba adquirir conocimientos en el manejo de empresas. Empezó a indagar sobre cómo capacitarse y conoció EMPROPAZ, aplicó a un cupo para recibir el acompañamiento y formación gratuita que ofrece el programa e inició su proceso.
“Cuando decidí dedicarme a crear mi empresa fue porque noté que durante toda la vida como empleada no hice mucho, no forjé un capital, se podía decir que vivía del día a día y nada era formal. Cuando inicié, entendí que necesitaba aprender más cosas más allá de la profesión y, en EMPROPAZ, me dieron esa oportunidad. Ellos me capacitaron y obtuve las bases sólidas para hacer realidad el sueño que tenía; además de aprender a confiar en mí, adquirí conocimientos sobre técnicas para administrar el negocio, a ser muy precisa con las cuentas, por ejemplo, llevando un cuaderno donde se evidenciaran los ingresos y los egresos, mejor dicho, a llevar la contabilidad. Eso es lo que permite tener una microempresa productiva, porque yo era algo desordenada”, asegura Nila.
Uno de los pilares y misión sobre los cuales la emprendedora fundó su taller, era brindar trabajo a madres cabeza de familia: “Siempre he soñado con generar empleo a las mamás que deben sacar adelante a sus hijos, ellas tienen que dejarlos muchas veces solos por la necesidad de salir a ganarse el pan de cada día, yo quiero entregarles empleo para que confeccionen desde su hogar y -de esa manera- se ganan la vida mientras tiene la oportunidad de criar a sus pequeños”, agregó Nila.
Por ahora y ante la difícil situación que deja la pandemia, ella ha dado un primer paso en esa apuesta y pudo contratar una colaboradora como la primera madre cabeza de familia que hace parte del taller. De igual manera, Nila consiguió un local para establecerse, el cual adecuó gracias a un crédito otorgado por Bancamía, entidad que lidera el proyecto EMPROPAZ, allí instaló dos máquinas para la confección de ropa de su marca. Ahora, gracias a su nuevo modelo de organización, su unidad de negocio empieza a dar los primeros frutos.

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